Dardos políticos en tiempo de coronavirus

Por: Marcial Blandón

La pandemia del Covid-19 nos tiene tan preocupados que la alta dirección del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, tomó la decisión de trasladar a Cali el punto de atención que funcionó durante muchos años en el segundo piso de la alcaldía y no nos dimos ni cuenta.

Ni las autoridades municipales, ni los Concejales que representan a la comunidad, tampoco la clase política y uno que otro medio de comunicación que en letra menuda registró el traslado donde el IGAC centraliza la atención al público desde la capital del departamento.

Tampoco la sociedad de la región se ha hecho sentir, así estaremos de anestesiados que no alcanzamos a dimensionar las repercusiones que tiene para estos pueblos del centro del Valle, la decisión centralista que obliga a todo usuario a desplazarse hasta Cali, para adelantar cualquier diligencia ante el IGAC. Como dice el Maestro Gardeazábal «cogieron con los calzones abajo» a la dirigencia política de toda la región que aún no se ha dado cuenta de tan trascendental cambio.

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En una verdadera tortura se ha convertido la línea 123 habilitada por la Policía Nacional, para que la comunidad acuda a buscar respaldo y apoyo de los cuadrantes que estas discriminados por toda la geografía tulueña. Llamar es una osadía a la que nunca responden los encargados de su atención en el Segundo Distrito de Policía.

Cuando la comunidad requiere la presencia de los policiales para atender un asunto de convivencia entre vecinos, denunciar de manera oportuna la comisión de un delito o informar sobre presencia de personas sospechosas en el sector solo se queda en la buena intención de la ciudadanía porque la entidad que tiene la obligación de vigilar y preservar la seguridad ciudadana jamás atiende al llamado comunitario.

Tendrá que prestarle mucha atención a la denuncia ciudadana el Mayor Mauricio Molina, comandante de la Estación de Policía Tuluá, porque la sala de reacción o quienes atienden la línea de emergencia 123 están dejando muy mal parada a la institución ante los ojos de la comunidad tulueña. ¿Cómo va a cooperar la ciudadanía si la Policía Nacional no atiende su llamado?

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Se cumplió en Washington D. C., la posesión del presidente de los Estados Unidos Joe Biden, noticia que no tendría por qué ocuparse este Diario que solo se ocupa de apuntes de la dirigencia política de esta región del departamento sino fuera por comentarios que nos hacen llegar consuetudinarios lectores de esta publicación.

Joe Biden, presidente de EEUU

Dicen analistas parroquiales que lo de ayer en USA fue una comparación de lo que pasó en Tuluá el 31 de Diciembre de 2019, día en que tomó posesión del cargo de alcalde el abogado John Jairo Gómez Aguirre. Donald Trump, perdió la presidencia americana por múltiples errores cometidos durante se cuatrienio, apoyados en su soberbia y mezquindad con el manejo del poder, su errónea política para atender la emergencia del Coronavirus y las peleas cazadas con la comunidad internacional, entre otras múltiples equivocaciones, le sirvieron en bandeja de plata la elección de su adversario Joe Baden, del partido Demócrata.

En Tuluá, Gustavo Vélez, le puso la victoria en las manos a su más claro contendor. El trato descortés a la clase política, las peleas generadas con el gobierno departamental y  el distanciamiento con altos funcionarios del Gobierno nacional, el querer gobernar en cuerpo ajeno lo llevaron al traste con su proyecto político. ¡Algo de razón tendrán!

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El plantón organizado por los comerciantes nocturnos en la Zona Rosa de la carrera 26, le genera una mala imagen al alcalde John Jairo Gómez Aguirre, cuando en Tuluá, comienza a tomar forma la iniciativa ciudadana para revocar su mandato. Las medidas  que  ha tomado el alcalde atendiendo directivas de orden nacional y departamental tienen al borde de la locura a cientos de personas que viven de la actividad comercial nocturna que se desarrolla en la ciudad.

Los comerciantes de la Zona Rosa de Tuluá protestaron por los continuos toques de queda sacando a la calle sillas y mesas.

Si bien las medidas son necesarias para frenar la propagación del Covid-19, todo parece indicar que al alcalde y sus asesores les ha faltado tacto para manejar el tema con los comerciantes de los establecimientos nocturnos que ante la crisis han estallado porque no resisten un día más con sus negocios cerrados. Ha faltado un conciliador en el gobierno «De la gente para la gente» que impida  que esta clase de inconformidades se convierta en un estallido social. Los colaboradores están dejando solo al alcalde en esta difícil tarea.

Escríbale a Marcial Blandón al correo electrónico:

marcialblandon@diariodetulua.com

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