Tomando café #13 Crónica. Seguimiento a los efectos de la vacuna contra la Covid-19

Capítulo uno.

Sucedió el jueves 22 de abril; hora de aplicación, 11 y 55 de la mañana. Auxiliares de enfermería, Sonia; supe porque vi su nombre escrito sobre una cinta de esparadrapo en el revés de su computador y Claudia Patricia quien firma la tarjeta.

Próxima dosis, 13 de mayo.

Antes de que me inyectaran, yo anuncié:

  • Soy alérgico a la penicilina.
  • No pasa nada, nada que ver, no se preocupe que vas a estar como todos, en observación.

Mientras la mayoría tuvo quince minutos, a otros nos observaron por media hora.

Pasadas las doce y media, me entregaron la cédula, el carnet y las observaciones que debía guardar, y cuales podrían ser las molestias a sentir luego sobre la marcha en el tiempo.

Había llegado al sitio de vacunación en transporte masivo, pero al regreso, resolví caminar unos tres kilómetros hasta mi domicilio. La única parada que hice fue para hacer laminar el certificado, de tal manera que me quedara plegable, lo cual fue posible. Mientras caminaba, fui sintiendo dolor en el brazo, observé el punto sin hinchazón. Además sentí como si me abrazaran los riñones.  Cuando llegué a mi dirección, estaba sudoroso. Me desnudé, descansé un poco y al chorro de la ducha. Al enjabonarme, el brazo desobedecía, el dolor se agudizaba pero, este solo me molestó hasta el viernes y para el sábado ya había mermado.

El domingo, al llegar de una caminada de compras por la panadería y de haber asistido a la eucaristía, me senté frente al televisor con tinto y pandebono, me dispuse a ver la última etapa de la vuelta a Colombia en bicicleta. Me fui sintiendo raro; la cabeza caliente pero, a la vez la sensación de frío en el rostro y pensé, debo verme pálido. El televisor empezó a moverse a la derecha, tuve ganas de ir al baño y al levantarme, fui dirigido hacia la izquierda, me senté de nuevo en la silla. Como pude, pegado a la pared que veía moverse; llegué, me senté y oriné. Pasaron muchos minutos antes de decidir levantarme e ir a continuar viendo ciclismo. El susto lo soporté con la idea de que el malestar fuera producido por la vacuna. Desde marzo del 2020 y en todo el tiempo de la pandemia no sentí ni resfriado. Me olvidé decir que en medio del mareo hubo una angustia que se reflejaba en mi zona abdominal y pectoral.

Almorcé espagueti, pan francés y jugo de papaya.

A eso de las cuatro de la tarde me repuse, efectivamente fue un ataque normal de la vacuna.

El lunes; ni dolor, ni mareo, ni angustia pero, el hambre hizo que cambiara los horarios.

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