Dardos Políticos

Por: Marcial Blandón

Retornamos cargados de optimismo en este 2023, informando desde estas líneas el acontecer diario de la vida político administrativa del centro del Valle, conservando la misma línea periodística de independencia, objetividad, inclusión, pluralidad e imparcialidad en el suministró de la información. Este año en el que tenemos elecciones de autoridades locales todos los candidatos a cargos uninominales o las corporaciones administrativas que se eligen en cada municipio y en el departamento tendrán cabida en el Diario de Tuluá, sin excepción alguna. 

Infortunadamente la ola de inseguridad por la que atraviesa Tuluá, es la nota con la que damos apertura a esta columna periodística lamentando no solo los homicidios que se registran en los primeros diez días del nuevo año, sino el incremento en los casos de extorsión y amenazas que han obligado a cientos de tulueños y familias enteras a salir desplazadas de la ciudad, dejando abandonado todo lo que han construido durante sus vidas.

En materia de seguridad ciudadana y preservación de orden público, la administración “De la gente para la gente”, se raja con la peor calificación, nota que también descalifica tanto al comandante del segundo Distrito de Policía como al Comandante de la Estación. Quienes han pasado por esos cargos durante el actual Gobierno fueron incapaces de garantizar la vida, honra y bienes de la comunidad tulueña.

Desconocer la realidad del municipio es un hecho grave, como lo anunció de manera conjunta el secretario de Gobierno, Seguridad y Convivencia Ciudadana y el comandante del GAULA, que ante la incineración de al menos cinco busetas que cubren el sector urbano del municipio, lograron fue la retaliación  de los bandidos que se cobijan en la organización criminal llamada “La Oficina”. Con sus declaraciones, el par de funcionarios les colgaron la lápida a los conductores de la empresa de transporte urbano “La Esperanza del Mañana”.

Es la percepción de seguridad más baja que tienen los tulueños en los últimos años; la ciudadanía siente que las cosas no marchan bien en el municipio, los consejos de seguridad que se hacen una vez pasan los hechos delictivos no contribuyen para nada en bajar los índices de criminalidad ni mucho menos para que los habitantes de la Villa de Céspedes recuperen la confianza en sus autoridades.

Es tan dramática la alteración del orden público en Tuluá, que fue la misma gobernadora del departamento Clara Luz Roldán González, que ordenó una intervención inmediata de la fuerza pública y órganos de inteligencia para contrarrestar la racha criminal que se tomó la ciudad. El secretario de Seguridad Ciudadana del Valle Camilo Murcia, presidió un Consejo de Seguridad donde se anunció la presencia de 300 unidades de diferentes estamentos de la fuerza pública para enfrentar la criminalidad que desbordó todo límite en el también llamado municipio “Corazón del Valle”.

Desde varios sectores de la Villa de Céspedes, se unen voces reclamando una intervención inmediata del Gobierno nacional en cabeza del presidente de la República Gustavo Petro, para que su estrategia de la “Paz total”, llegue a este territorio e involucre a la organización armada al margen de la Ley “Compañía Adán Izquierdo” que opera en la montaña tulueña  y el grupo de delincuencia común organizada GDCO conocido como “La Oficina”,  que se atribuyó los últimos hechos de violencia que han sacudido la ciudad.

Debe el Gobierno nacional y el Departamental, intervenir de inmediato en la ciudad ante la inoperancia de las autoridades locales de turno. No se puede seguir permitiendo más éxodo de tulueños que huyen de las amenazas y las extorsiones para proteger  su vida, así tengan que dejar al libre albedrío sus bienes. Seguir desconociendo o maquillando lo que pasa en la ciudad como lo dijo el concejal Conservador Cristian Hernández, es un flaco favor que a la seguridad le hacen los que administran la ciudad y los altos mandos militares que están de paso por la Villa de Céspedes.

Mientras la ciudad se va por el borde del abismo quienes pretenden gobernarla, con excepción del pastor Marcos Urrutia Ramírez, quien a través de comunicado público rechazó y se solidarizó con las víctimas que han dejado los últimos hechos violentos, los demás andan de espaldas o mirando para otro lado, desconociendo la problemática social y de orden público que atraviesa la Villa de Céspedes, o deben estar aún embriagados de los chorros de etílico que se vieron en las fiestas de Reyes Magos del corregimiento de la Marina.

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