Dardos políticos en tiempo de Coronavirus

Por: Marcial Blandón

Indignados, asombrados y en otros casos atónitos quedaron ciudadanos miembros de la fuerza pública y gente del común con vínculos de hace muchos años con la escuela de Policía Simón Bolívar,  que forma los servidores de la Patria, por la crónica del escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal, que emite a través de las Redes Sociales y portales de noticias virtuales a la que tituló «La Policía Nazi de Tuluá”.

La indignación se da a raíz del fuerte fustigamiento que hace en su columna periodística a la Policía Nacional y a la Esbol, olvidando, según sus críticos que fue en esas instalaciones, en una casa fiscal, con todas las comodidades donde purgó la condena a la que fue sentenciado por la justicia Colombiana, encierro en el que se autoproclamó como el «Prisionero de la Esperanza».

No cabe el asombro en aquellos que conocieron el trato a que fue sometido Gardeazábal, en su condición de recluso en la Escuela de Policía Simón Bolívar. A cuerpo de Rey era su atención. Tenía el lujo de agendar las visitas de sus múltiples visitantes a través de amigos cercanos al escritor como el médico Omar Toro, con quien había que acudir para conseguir una cita en la agenda apretada del «Prisionero de la Esperanza».

En una casa fiscal de varias habitaciones, confortable sala y patio a la usanza, el brillante escritor y sus visitantes de alcurnia se sentaban a manteles a degustar los platillos que allí se elaboraban con el permanente acompañamiento de «Bundolo», su guardián de cabecera. Dicen que los años hacen olvidar la gratitud con la institución que lo acogió con tanto cariño, para que al paso de ellos se reciba solo al azote de la palabra en agradecimiento.

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El próximo sábado 4 de diciembre la organización política que orienta Melquisidec Vela Gómez, prepara un encuentro de integración con su militancia para despedir el año 2021, el que deja a su grupo político con enormes satisfacciones por los resultados en vísperas del proceso electoral. El compartir y plato navideño se celebrará en la finca «Villa Marisol», en la vía que conduce al corregimiento de San Carlos.

El evento que iniciará a las doce del día contará con la presencia del candidato al Senado de la República por el partido de la U, Juan Carlos Garcés Rojas y el aspirante a la Cámara de la misma colectividad Julián López. A Melquisidec Vela, se le recuerda en esta etapa electoral como el primer dirigente tulueño que en plena época de pandemia generada por el Covid-19, llenó un recinto cerrado con sus seguidores guardando todos los protocolos de bioseguridad.

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Reaparece en el panorama de la política tulueña el líder popular Wilson Checa, fogoso activista de la actividad electoral en el municipio. Funcionario en el pasado como agente de tránsito del departamento, liberal de pensamiento, alcanzó a ser parte del grupo de los «quemados» en la década de los ochenta. Sus amigos cercanos aseguran que nunca ha sido bien tratado por los políticos a quienes sirve con esmero y dedicación.

Don Wilson Checa, que aparece con mayor bagaje de experiencia en lo político y en lo personal, anuncia que trabajará sin denuedo en la candidatura presidencial de Gustavo Petro, de quien considera le llegó la hora de gobernar esta País. Del mismo modo dijo que su respaldo para la Cámara de Representantes es  para la tulueña Andrea García, quien aspira a conquistar una curul en el partido de la U, para renovar el congreso con una figura joven y fresca en la política vallecaucana.

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«Una bala disparada al cielo», es la que acaba de despegar con el sensible fallecimiento de Luis H. Díaz, gloria del ciclismo colombiano que padeció hasta el último de sus días las indolencias del sistema de salud del País. «La bala Colombiana» como fue bautizado por los pedalazos con los que dejaba rezagado en las carreteras de la Patria y del exterior ha culminado su última etapa de vida.

Desde estas líneas del Diario de Tuluá, nos unimos al dolor que embarga a su familia, por la partida al viaje eterno de uno de los ciclistas más grande que ha dado esta tierra cafetera. Luis H. Díaz, paz en su morada eterna, que cruce la meta celestial con los brazos abiertos de victoria como tantas veces lo hizo en la meta de llegada de su apasionante disciplina.