Valle del Cauca bajo el agua: una tragedia que desnuda la fragilidad del territorio

Mientras gran parte del país celebraba la Navidad, en el centro y norte del Valle del Cauca la lluvia convirtió la fiesta en duelo. Las crecientes súbitas, los deslizamientos y las inundaciones que golpean municipios como Tuluá, Buga, Calima–Darién y San Pedro ya no son una emergencia pasajera: son la evidencia de un territorio que colapsa frente al clima extremo.

¡En el Valle del Cauca la educación sí transforma vidas y cumple sueños! Ser los #1 del país en el Reto Nacional por la Educación demuestra que cuando se trabaja con compromiso, se cumple.  El Gobierno Departamental lleva años construyendo un modelo educativo humano, innovador y sostenible que une a maestros, estudiantes y familias para garantizar educación de calidad. Los hechos hablan por sí solos, por eso en la Gobernación del Valle se trabaja para garantizar más oportunidades educativas para todos.

La situación alcanzó su punto más doloroso en Buga, donde un ciudadano perdió la vida tras quedar atrapado en un movimiento en masa provocado por la saturación del suelo. La información fue confirmada por el secretario de Gestión del Riesgo del Valle, Francisco Tenorio, quien señaló que la inestabilidad del terreno —producto de días de lluvias continuas— terminó cobrando una víctima fatal.

Pero la tragedia no se mide solo en vidas perdidas. En Tuluá, al menos cinco barrios quedaron bajo el agua durante varias horas. Calles convertidas en ríos, viviendas anegadas y familias atrapadas en la oscuridad fueron parte del panorama hasta pasada la medianoche, cuando los niveles descendieron, dejando a su paso pérdidas materiales y una población exhausta.

En Calima–Darién, la furia del Río Bravo sorprendió a comunidades enteras. Su creciente súbita desbordó márgenes, arrastró sedimentos y generó deslizamientos, afectando viviendas y poniendo en riesgo a quienes habitan en las zonas bajas y en laderas inestables.

Cuando la infraestructura también colapsa

La emergencia no se limita a los barrios. El corredor vial Buenaventura–Loboguerrero–Buga, una de las arterias económicas más importantes del suroccidente colombiano, entró en estado de alerta. La Concesionaria Unión Vial Camino del Pacífico reportó desprendimientos de rocas, inundaciones y crecientes súbitas de ríos que amenazan la movilidad y la seguridad de miles de viajeros y del transporte de carga.

La advertencia es clara: el clima está poniendo en jaque no solo a las comunidades, sino también a la logística, el comercio y la conectividad del Valle del Cauca con el Pacífico.

Gobernación despliega respuesta de emergencia

Frente a este panorama, la gobernadora Dilian Francisca Toro anunció la activación inmediata de la respuesta departamental. A través de la Secretaría de Gestión del Riesgo, dos equipos técnicos se encuentran recorriendo los municipios afectados para realizar la evaluación de daños y necesidades, paso clave para la entrega de ayudas humanitarias.

“Mi solidaridad con cada familia impactada: no están solos”, expresó la mandataria, subrayando que la prioridad es atender a quienes lo perdieron todo en cuestión de horas.

Más que lluvias: una advertencia climática

Lo que ocurre hoy en el Valle del Cauca no es un hecho aislado. Es parte de una tendencia creciente de eventos extremos que ponen a prueba la capacidad de los territorios para resistir y adaptarse. Ríos desbordados, suelos saturados, vías colapsadas y comunidades vulnerables configuran una ecuación peligrosa que se repite cada vez con más frecuencia.

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