Por: Marcial Blandón
Los integrantes del Concejo municipal, auténticos representantes de la ciudadanía tulueña en la Corporación edilicia comienzan el último año legislativo del período 2020-2023, con la presidencia de Luis Eduardo Ayala Rengifo, del Movimiento Alternativo Indígena y Social, MAIS; en la primera vicepresidencia estará Eliecid Ávila, del partido Conservador; Sulay Córdoba Rangel, del partido de la U, en la segunda vicepresidencia y Heyber Rivera, como secretario general.
El Concejo municipal, considerado como la junta directiva del municipio, en opinión de los observadores de la política tulueña ha tenido un paso intrascendente en los tres años del actual período; con contadas excepciones, carece de figuras o de claros liderazgos al interior del hemiciclo. La coalición de gobierno funciona como un relojito y son una aplanadora a la hora de aprobar los proyectos de acuerdo que para su estudio presenta el Ejecutivo.
Los concejales de la coalición de gobierno cumplen con la tarea sin ser sobresalientes; su iniciativa para presentar proyectos de acuerdo en estos primeros tres años es casi nula, por no decir que nada. Tres vigencias donde no han adelantado debates que marquen la pauta del municipio. Los más llamativos y que convocan a algunos ciudadanos son las ceremonias donde reparten sin consideración reconocimientos, especialmente, a los amigos y personas cercanas de las mesas directivas de turno.
El Concejo municipal, con contadas voces disonantes ha pasado de agache o mirando para otro lado el tema de inseguridad ciudadana y alteración de orden público que sacude a la ciudad. Los integrantes de las mayorías al interior de la Corporación, por miedo, o para evitar que el mandatario de turno se incomode o precandidatos que tuvieron la responsabilidad de manejar el tema se disgusten han hecho caso omiso al más grande problema que aqueja a la ciudadanía.
Seguramente para no perder las cuotas burocráticas los concejales de la coalición mayoritaria no se atreven a cuestionar al gobierno; pasa inadvertido el clamor de la ciudadanía que reclama ante quienes eligieron en las urnas una auténtica representación para que exijan políticas de defensa de los intereses ciudadanos de quienes tiene la obligación constitucional y legal de preservar el orden público, garantizar la seguridad ciudadana y proteger la honra, bienes y vida de los gobernados. De espalda a la comunidad han estado estos tres años los corporados
La falta de liderazgo de los concejales quedó reflejada en la escasa proyección política que de cada uno de ellos queda en el panorama local y regional. Solo uno se atrevió a postular su nombre para la candidatura a la alcaldía del partido que representa, el cual fue derrotado por el licenciado Ever Villegas. De la misma colectividad otro de sus integrantes trató de asomar su aspiración a la Asamblea del Valle, pretensión que quedó muerta en la placenta de la política tulueña.
Solo uno de los concejales animado por el entusiasmo de sus amigos continúa promocionando su eventual candidatura a la alcaldía. Desde el Palacio municipal califican con la mayor nota a su coalición de gobierno por lo obedientes y sumisos que se portaron con sus iniciativas; creemos que por lo menos las leyeron antes de aprobarlas, pero para el grueso de la comunidad pasaron desapercibidos a tal punto que la gran mayoría son desconocidos para la retina de la ciudadanía tulueña.
La oposición al gobierno “De la gente para la gente” es muy tibia. Durante estos tres años demostraron no tener “dientes”, ni siquiera para adelantar un debate de control político de trascendencia municipal; se limitan a las críticas de la sesión de turno o mostrar inconformidades en los escasos medios de comunicación que les abren micrófono o una libreta de apuntes de los pocos periodistas que no están en la nómina de la insuficiente “mermelada” oficial. Se les atribuye ese exiguo control político a los cabildantes de oposición por su poco bagaje en la administración pública.
El sector de concejales independientes es el que más ha brillado en estos tres años, siendo catalogada por comentaristas de la vida político administrativa del municipio la concejala del partido Alianza Verde, Sandra Arrubla, como la más destacada, con conocimiento de administración pública. Sus cuestionamientos al mandatario de turno y varios de sus secretarios de despacho la catalogan dentro de los diecisiete concejales como la concejala que mejor ha hecho la tarea en materia de control político al alcalde John Jairo Gómez Aguirre y su equipo de inmediatos colaboradores.
Queda pues el último año legislativo 2020-2023, para que el cuerpo edilicio adelante sus funciones en un período marcado por una nueva campaña política que elegirá el 29 de octubre sus autoridades locales. Muchos buscarán refrendar sus credenciales en las urnas, probablemente apelarán a sus votos cautivos que les garanticen su reelección. Allí pesará muy poco la aprobación de los ciudadanos sobre su gestión o el reconocimiento que tengan sobre ellas. Primarán las estructuras electorales, pondrán en funcionamiento las nóminas de contratistas que poseen en la administración pública para el caso de Tuluá, en la Gobernación del Valle y en la alcaldía, se impondrán las abultadas billeteras para mover la logística pre electoral y, fundamentalmente, el día de las elecciones que es cuando se gana la contienda, volverán los mismo con las mismas o en su defecto esposas, hijos, amigos íntimos o amantes de los mismos.